Catequesis del Papa Francisco en la audiencia general del miércoles 13 de Diciembre de 2017
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días"
Retomando el camino de catequesis sobre la misa, hoy nos preguntamos "¿Por qué ir a misa el domingo?". La vida de la Iglesia. (cf. Catequismo de la Iglesia Católica, n 2177). Nosotros cristianos vamos a misa el domingo para encontrar al Señor resucitado, o mejor, para dejarnos encontrar por Él, escuchar su palabra, alimentarnos en su mesa y así convertirnos en Iglesia, es decir, en su Cuerpo místico viviente en el mundo.
Lo entendieron, desde la primera hora, los discípulos de Jesús, los que celebraron el encuentro eucarístico con el Señor en el día de la semana que los hebreos
llamaban "el primero de la semana" y los romanos "día del sol" porque en ese día Jesús había resucitado de entre los muertos y se había aparecido a los discípulos, hablando con ellos, comiendo
con ellos y dándoles el Espíritu Santo como hemos escuchado en la lectura bíblica. También la gran efusión del Espíritu Santo en Pentecostes sucede en domingo, el quincuagésimo día después de la
resurrección de Jesús.
Por estas razones, el domingo es un día santo para nosotros, santificado por la celebración eucarística, presencia viva del Señor entre nosotros y para nosotros. ¡Es la misa, por lo tanto, lo que hace el domingo cristiano! El domingo cristiano gira en torno a la misa. ¿Qué cristiano es el que falta un domingo al encuentro con el Señor? Hay comunidades cristianaes en las que, desafortunadamente, no pueden disfrutar de la misa cada domingo, sin embargo, también estas, en este día santo, están llamadas a recogerse en oración en el nombre del Señor, escuchando la palabra de Dios y manteniendo vivo el deseo de la eucaristía.
Algunas sociedades seculares han perdido el sentido cristiano del domingo iluminado por la eucaristía. ¡Es una pena! En estos contextos es necesario reanimar esta conciencia, para recuperar el significado de la fiesta, el significado de la alegría, de la comunidad parroquial, de la solidaridad, del reposo que restaura el alma y el cuerpo.
De todos estos valores la eucaristía es la maestra, domingo tras domingo. Por eso, el Concilio Vaticano II quiso reafirmar que "el domingo es el día de la fiesta primordial que debe ser propuesto e inculcado en la piedad de los fieles, de modo que se convierta también en día de alegría y abstención del trabajo.
La abstención dominical del trabajo no existía en los primeros siglos: es una aportación específica del cristianismo. Por tradición
bíblica, los judíos reposan el sábado, mientras que en la sociedad romana no estaba previsto un día semanal de abstención de los trabajos serviles. Fue el sentido
cristiano de vivir como hijos y no como esclavos, animado por la eucaristía, el que hizo del domingo - casi universalmente - el día de reposo.
Sin Cristo estamos condenados a estar dominados por el cansancio de lo cotidiano, con sus preocupaciones y por el
miedo al mañana. El encuentro dominical con el Señor nos da la fuerza para vivir el hoy con confianza y coraje y para ir adelante con esperanza. Por eso, nosotros cristianos
vamos a encontrar al Señor el domingo en la celebración de la eucarística.
La comunión eucarística con Jesús, Resucitado y Vivo para siempre, anticipa el domingo sin atardecer, cuando ya no haya fatiga ni dolor, ni luto, ni lágrima, sino sólo alegría de vivir plenamente y para siempre con el Señor. También de este bendito reposo nos habla la misa del domingo, enseñándonos, en el fluir de la semana, a confiarnos a las manos del Padre que está en los cielos. ¿Qué podemos responder a quien dice que no hay que ir a misa, ni siquiera el domingo, porque lo importante es vivir bien y amar al prójimo? Es cierto que la calidad de la vida cristiana se mide por la capacidad de amar, como dijo Jesús: "En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros". Pero cómo podemos practicar el Evangelio sin sacar la energía necesaria para hacerlo, un domingo después de otro, en la fuente inagotable de la eucaristía ?
NO VAMOS A MISA PARA DAR ALGO A DIOS, SINO PARA RECIBIR DE ÉL AQUELLO DE LO QUE REALMENTE TENEMOS NECESIDAD. Lo recuerda la oración de la Iglesia, que así se dirige a Dios: "Tú no tienes necesidad de nuestra alabanza, pero por un regalo de tu amor llámanos para darte las gracias; nuestros himnos de bendición no aumentan yu grandeza, pero nos dan la gracia que nos "salva". En conclusión, ¿porqué ir a misa el domingo ? No es suficiente responder que es un precepto de la Iglesia; esto ayuda a preservar su valor pero no es suficiente.
Nosotros cristianos tenemos la necesidad de participar en la misa dominical porque sólo con la gracia de Jesús, con su presencia viva en nosotros, podemos poner en práctica su mandamiento y así ser sus testigos creíbles.