Tras dos años de pandemia aún recordando el shock de la muertte provocada por un visrus desconocido, la sociedad sigue buscando la
felicidad soñada, la fraternidad anhelada, la libertad medio robada. Son deseos que el ser humano guarda dentro, mientras la propuesta cultural del capitalismo actual se orienta a reducir a la
persona, a individuo y a hacerle creer que solo alcanzará la libertad y la felicidad a través de la bandera de la autosuficiencia y la independencia. Sin embargo, la pandemia nos
recuerda
El grito del Papa Francisco sonó con fuerza en la plaza de San Pedro y resonó en el corazón que late con dolor, en este
momento, en Ucrania: "En nombre de DIOS ¡detengan esta masacre!" Así se expresaba el domingo 13 de Marzo, al finalizar el Ángelus, cuando el Pontífice celebraba el noveno aniversario de su
elección como Obispo de Roma. Con dolor unía así su voz a la de tanta gente común que implora el fin de la guerra ... y de tantas guerras silenciadas en el mundo. "Frente a la barbarie de la
matanza de niños, de personas inocentes y civiles indefensos, no hay razones estratégicas que valgan: ha de cesar la inaceptable agresión armada, antes de que reduzca las ciudades a cementerios.
La claridad del Papa no tiene límites ante el grito de los que sufren, es una constante en su Pontificado porque los descartados son los preferidos del Señor.
Tras poner pro primera vez al país ucraniano en el mapa del mundo, millones de personas descubren atónitos, de nuevo, que las sociedades estan interconectadas: Rusia y Ucrania juegan un rol estratégico en los mercados mundiales de productos básicos. Son grandes exportadores de materias primas básicas, desde trigo y demás cereales, hasta petróleo, gas natural y carbón, oro y otros metales preciosos.
Esta invasión televisada mueve a la solidaridad y a la acogida: desde quien recorre miles de kilómetros para traer a España una familia ucraniana, hasta las diócesis que abren sus seminarios para alojar a los refuigiados. Es la otra cara de la moneda, la de la bondad del ser humano, que constrasta con los bombardeos y atentados. La Iglesia pide también acoger a tantos inmigrantes que huyen de sus países por hambre , por violencia, por buscar una vida mejor, desde Marruecos y desde tantos lugares.
A la invasión rusa se unen otros conflictos: la guerra del pueblo sirio, el largo conflicto de Irak, la muerte olvidada en Yemen, ... Israel y Palestina continúan en tensión con unos efectos sociales y políticos cada vez mayores. El Líbano sufre una crisis sin precedentes ... Myanmar se encuentra golpeada por la intolerancia y la violencia, Etiopía, el Norte de Africa, Sudán, Sudán del sur ... cuantos países se colocan en el mapa a raíz de los conflictos bélicos. Es necesaria una voz de paz y de esperanza como la que alza el Papa, quien también fue claroy firme ante el uso distorsionado de la religión para justificar las masacres que se comenten. Dios es solo el Dios de la paz, no es el Dios de guerra y los que apoyan la violencia profanan su nombre.
¿Cómo construir esa paz duradera ?
Con diálogo entre generaciones; con la educación como factor de libertad, responsabilidad y desarrollo; y con el trabajo par una plena realización de la dignidad humana, Pero ahora, cuando las imágenes bombardean las conciencias y mueven a la solidaridad, los critianos nos unimos al grito del Papa: en nombre de DIOS ¡PAREN !
cUn reciente informe del Centro de Investigaciones Sociológicas de España (CIS) constata el descenso tanto en la práctica religiosa en nuestro país como el de las personas que se declaran católicas. Este descenso reitera una tendencia ya muy acusada particularmente en las dos últimas décadas. Según los datos del citado informe y más allá de las prevenciones o no con que queramos tomarlo, en 2018 la frecuencia porcentual de asistencia a la misa es la siguiente: nunca o casi nunca ( algún funeral o boda) 62,8%; casi todos los domingos y festivos 12,5% y varias veces a la semana 2,3%. Asimismo,el número de españoles que se confiesan católicos desciende al 62,6%, con bajada de seis puntos y medio en un solo año. En 2000, este porcentaje se situaba en el 83,1% y en 2009 en el 75,4%.
Según este barómetro del CIS, Murcia es la región con mayor población católica, el 85%, y Navarra - ¡qué paradoja si tenemos en cuenta su hasta no hace tanto tiempo robustez y fecundidad católica! - la menor, con solo el 38,1%. Cataluña y Baleares van a la zaga de Navarra con un respectivo 46,2% y 53,8%; y Galicia, Extremadura, Castilla y León y La Rioja siguen a Murcia, también por encima del 80%.
Paralelamente a estos datos estadísticos en España, resulta muy significativo que el Papa Francisco haya dedicado tres de sus últimos comentarios dominicales en Twitter precisamente al Domingo, tema que, también en domingo, ha ocupado su fotografía y texto en Instagram. Leamos tres de estos mensajes, que , además, cuentan con etiqueta propia (hashtag) para favorecer la intercomunicación.
"El Domingo es el día para decirle a Dios: ¡Gracias Señor por la vida, por tu misericordia, por todos tus dones!
"La Misa del Domingo está en el centro de la vida de la Iglesia: allí encontramos al Señor resucitado, escuchamos su palabra, nos nutrimos en su mesa y así nos hacemos Iglesia: #MisaDominical.
Ya en 1998, consciente de que la "fortaleza" de la misa dominical estaba empezando a debilitarse, Juan Pablo II escribió la Carta apostólica Dies Domini. Aquel texto, precioso, riquísimo de contenidos y propuestas, presentaba el Domingo cristiano como el día del Señor, el día de Jesucristo, el día de la Iglesia, el día del hombre y el día de los días. Con ello, san Juan Pablo II recordaba y actualizaba la verdad, la belleza y la necesidad de la misa dominical, bien presente en el cuarto mandamiento de la Ley de Dios y en la tradición de la Iglesia desde la misma época apostólica. Una verdad y necesidad de la misa dominical como experesión de fe, de compromiso público de ella y de sus fundamentaciones y derivadas teológicas, cristológicas, eclesiológicas, antropológicas, escatológicas y pastorales.
En esta misma línea, en uno de los prefacios de la misa para los Domingos, rezamos: "En verdad es justo bendecirte y darte gracias, Padre santo, fuente de la verdad y de la vida, porque nos has convocado en tu casa en este día de fiesta. Hoy, tu familia, reunida en la eschucha de tu Palabra, y en la comunión del pan único y partido, celebra el memorial del Señor resucitado, mientras espera el Domingo sin ocaso en el que la humanidad entrará en tu descanso.
En el alba del siglo IV, el emperador Diocleciano decretó la persecución contra los cristianos por distintos motivos, entre otros la participación en la misa dominical. En Abitene, pequeña localidad del Norte de Africa, un grupo de cristianos fueron sorprendidos un domingo, celebrando en una casa la Eucaristía. Arrestadosy juzgados por ello, asumieron la pena de muerte antes de renunciar a la eucaristía dominical, sin la cual, afirmaron, "no podemos vivir".
Como es obvio, la misa dominical - que es mucho más que un precepto, es una necesidad - no lo es todo, ni mucho menos, en la vida de un cristiano. Pero sin ella, sin la misa dominical, la vida de un cristianos se queda en nada o casi nada. Los cristianos del siglo XXI en modo alguno, pues, podemos y debemos vivir sin el Domingo. Sería un suicidio.
El Ministerio de Educación y de Formación Profesional del Gobierno de España, tras varios amagos, anuncia ahora, por entregas y un tanto a hurtadillas..., su
deseo de derogar la vigente ley orgánica de educación, la LOMCE, y de elaborar una nueva. Todo parece indicar que los borradores que Educación ha publicado, no sin precipitación y
escasísimo diálogo con los distintos agentes y sectores del mundo educativo, contarían, de cara a su tramitación parlamentaria, con el apoyo de Unidos-Podemos, y que recabaría asimismo el
refrendo de los partidos nacionalistas y soberanistas, mediante determinadas concesiones en materias lingüísticas.
Es innegable el legítimo derecho del Gobierno a reformar y emanar leyes, una vez aprobadas por las Cortes Generales. Pero también es innegable que la reciente
historia de las leyes órganicas de educación en España es la historia de un fracaso, tanto por su proliferación - siete en apenas cuatro décadas de democracia ( LOECE, 1977, LODE 1985, LOGSE
1990, LOPEG 1990, LOCE 2002, LOE 2006, y LOMCE 2013 )- como por sus escasos frutos y resultados. Por ello, la sociedad y la comunidad educativa vienen tomando conciencia creciente de la necesidad
de un pacto de Estado sobre la educación. Al efecto, hace casi dos años, se puso en funcionamiento una subcomisión parlamentaria, integrada por las distintas fuerzas políticas, subcomisión que
unilateralmente abandonó el PSOE en marzo pasado.
Más allá de otros aspectos técnicos y pedagógicos que no son de nuestro ámbito de valoración, desagrada comprobar la falta de diálogo verdadero con que, al
menos hasta ahora, se está procediendo y la muy exigua voluntad de búsqueda del consenso y de los criterios que auspician un pacto escolar del Estado. Pero, con todo, lo que más nos llama la
atención y nos alarma es que, una vez más, sobre todo cuando hay gobiernos socialistas, la gran perjudicada de la nueva ley que ahora se anuncia sea la clase de Religión. Y junto a ella, la
enseñanza concertada, singularmente si se llevara a efecto en la ley la supresión del concepto de "demanda social", que permite ofertar más plazas a estos centros, si así lo piden las
familias.
Sobre ambos temas, la clase de Religión ( tanto la católica como la de cualquier otra confesión) y las trabas a la enseñanza concertada y al libre ejercicio de
su oferta de plazas escolares a tenor de las demandas de las familias, ya reflexionó uno de los Editoriales de ECCLESIA del pasado verano, a propósito de unas declaraciones en el Congreso de la
ministra de Educación.
Y al igual que entonces, también ahora lo primero y fundamental que hay que tener en cuenta es que ni la clase de Religión ni la enseñanza concertada son un
privilegio o una concesión, sino un derecho fundamental que ha de ser, como los demás derechos fundamentales, inalienable. Son la expresión de un derecho constitucional (artículo 24) y la
manifestación de un clamor ciudadano, que apoya con un 65% de los alumnos la asignatura de Religión católica y que, en el caso de la enseñanza concertada - no confundir con la enseñanza privada-
es demandada por más de un 26% de la sociedad y cuyos resultados académicos son habitualmente superiores a los de la enseñanza estatal o pública.
En relación con los recortes que la futura nueva ley de educación pretende infringir a la asignatura de Religión - desaparecería de Bachillerato, dejaría de ser
plenamente evaluable y se quedaría sin asignatura "espejo" o alternativa como ocurre con Valores- , estos planteamientos son sencillamente inaceptables. Y lo son por varias razones. La primera de
ellas es, obviamente, la vulneración que conllevaría de los vigentes Acuerdos Iglesia-Estado, que prescriben la oferta de esta asignatura "en condiciones equiparables a las demás disciplinas
fundamentales".
Pero es también inaceptable por otras razones de peso. ¿Una asignatura de Religión así de devaluada es la que quieren los padres y alumnos, que en un 62% de los
casos la asumen libremente ? ¿El derecho de los padres a educar a sus hijos según creencias se respeta suficientenmente de este modo? ¿No se desequilibra el conjunto de asignaturas al
recortar tan sustancialmente a una de ellas y se perjudica, además, la igualdad y equidad tanto entre los docentes como entre los alumnos? Y, en suma, ¿por qué y aquién molesta tanto esta
asignatura ?