Muchas veces como padres y madres nos encontramos en la situación de poner límites a los peques de la casa. Dependiendo de la situación, a veces por su bien, y otras por el nuestro, los límites son necesarios para la crianza y educación de nuestros hijos e hijas. Educar en el amor, en ocasiones, se torna contrario a los límites, pero nada más lejos de la realidad. Ser padres es una de las muestras de la magnificencia del Señor. Y llevarlo a cabo con las enseñanzas de Cristo es posible, es más, es una realidad.
Poner límites en el hogar, sin gritos, amenazas, libres de chantajes y sin castigos, es un proceso que necesita cierto desarrollo, pero los resultados nos acercan más a ese mandamiento último que Jesús nos dejó: "Que os améis unos a otros como yo os he amado"
En ocasiones los padres facilitan a sus hijos las cosas por amor. No ven los resultados a largo plazo, dado que no son conscientes de las decisiones que los niños están tomando con estas situaciones sobre ellos mismos. Podrían estar decidiendo: "no soy capaz", "es mejor que otros cuiden de mi", Hay afirmaciones que facilitan (evitan que los niños se sientan capaces) y afirmaciones que empoderan (ayudan a que los niños se sientan capaces): "Te he visto recoger tus juguetes antes, sé que lo puedes hacer", en lugar de "es la hora de recoger los juguetes, ¿qué haces ahí sentado?"
Dirigirnos a los niños y niñas con expresiones empoderadoras, les ayudará a desarrollar habilidades intra e interpersonales, a la vez, que van adquiriendo nuevas formas de comunicarse con los demás.
TODOS ESTAMOS EN EL MISMO BARCO
Con las preguntas de curiosidad otorgamos a los niños la oportunidad de pensar por ellos mismos. Pueden ayudarles a involucrarse más en una tarea o una responsabilidad. Con las preguntas ayudamos a que exploren por ellos mismos los beneficios o efectos de sus decisiones (en lugar de imponerles las consecuencias = castigos ).
¿Que tienes que hacer con tus juguetes cuando has terminado de jugar con ellos?, en lugar de "¡Recoge tus juguetes!"
ACTÚA SIN HABLAR
Puedes coger despacio la mano del niño y retirarlo de la situación
Ser consecuente y buscar o aplicar consecuencias son aspectos muy diferentes. Cuando un adulto es consecuente con la decisión, acuerdo, actuación o mensaje que le ha transmitido al peque, le va a otorgar a la situación y a los involucrados seguridad, confianza en la relación y responsabilidad. Aplicar consecuencias nos acercan al castigo y a sus nocivos resultados.
Lleva a cabo una discusión amistosa, en donde todos pueden expresar sus sentimientos y pensamientos en cuanto al asunto, sin juicios ni críticas.
Lluvia de ideas sobre las posibles soluciones y elegir una en la que ambas partes estén de acuerdo.
Se establece de mutuo acuerdo un tiempo o fecha límite
El adulto simplemente hace seguimiento pidiéndole al niño de forma firme que tenga en cuenta el acuerdo y es consecuente con su parte del acuerdo.
Mantén los comentarios simples y concisos. "He visto que no has recogido el cuarto. Hazlo ahora, por favor"
En respuesta a quejas, pregunta: ¿Cual fue nuestro acuerdo?
En respuesta a más quejas, cierra la boca y usa la comunicación no verbal
Cuando el niño/a accede a mantener o cumplir el acuerdo ( aunque esté molesto) di: "Gracias por mantener nuestro acuerdo"
Si quieres conocer más la disciplina positiva y profundizar en los contenidos de "educando en el amor" puedes consultar: